Nos parece de suma importancia compartir la historia de Cristóbal, un niño, hijo de un neurólogo, con varios tumores cerebrales que gracias a la Cannabis Medicinal es feliz y ha despertado al hijo de un médico y madre, por lo que muchos se sentirán identificados, eliminando prejuicios contra esta planta milenaria.
“Un día 8 de febrero del 2011, a la edad de dos meses y 14 días, llevamos a nuestro bebé a una neuróloga infantil en Concepción, ya que el diámetro de su cabeza había aumentado 6 cms. desde su último control que había tenido hace 20 días. Luego de examinarlo nos dijo que se trataba de una hidrocefalia. Inmediatamente le tomaron un escáner y se trataba de un tumor cerebral. Ha sido el dolor más tremendo que hemos sentido con mi marido. Recuerdo que la doctora nos pidió que nos fuéramos inmediatamente al Sanatorio Alemán porque nos estaban esperando con la cama en UCI lista. Fuimos al auto y nos abrazamos los tres. Lloramos al vivir la muerte tan de cerca.
Ese mismo día a Cristóbal, grave, le indujeron un coma porque la presión que tenía en su cabeza era demasiada. A eso de las 23:00 horas le hicieron una resonancia. El neurocirujano nos dijo que lo que tenía Cristóbal era muy malo, de ahí en adelante fue luchar por su vida. Los oncólogos no querían empezar tratamiento sin antes saber qué tipo de tumor tenía y los neurocirujanos no se atrevían a operar por encontrarse dicho tumor en el centro del cerebro.
Finalmente, se hizo la biopsia con una máquina que se arrendó en Santiago, la cual indicó que el tumor de Cristóbal se trataba de un Astrocitoma anaplásico. Pronto comenzaríamos con la quimioterapia. A pesar de tratarse de un tumor de alto grado, el protocolo de quimio era para tumores cerebrales de bajo grado.
Dentro de los 18 meses que estuvo con quimioterapia pasamos por un sin fin de inconvenientes, entre ellos una hiponatremia severa que causa mucho daño neurológico, constantes transfusiones de sangre, decaimiento e inapetencia. Pero salimos adelante victoriosos y ya el tumor había desaparecido. Sólo quedaban restos encapsulados de tumor. El tumor de seis cms que tenía Cristóbal lo dejó con múltiples secuelas, retraso global de su desarrollo psicomotor y casi sin visión.
El año 2013 llegamos a Santiago porque mi esposo vino a realizar su beca de especialización en neurología adultos y nos dedicamos a rehabilitar a Cristóbal en centros especializados. Iba todo marchando bien, incluso empezó a ir al colegio.
El 13 de marzo del 2015, realizamos resonancia de control, creíamos que sería un mero trámite, pero no fue así. La resonancia nos decía que el cáncer había vuelto. Fue una mala sorpresa para nosotros, no nos explicábamos como no presentó síntomas por tener tres tumores cerebrales en su cabeza, el más grande de 5 cms. Nos fuimos al auto y volví a tener esa sensación que ya había olvidado, ese miedo a perderlo, el terror a su muerte. Inmediatamente con mi esposo dijimos que no le haríamos radioterapia por todos los contras que tiene y que veríamos la posibilidad de hacerle quimio siempre y cuando fuera algo muy suave. No someteríamos a Cristóbal, a nuestro hijo amado a procedimientos muy invasivos y que finalmente le perjudicarían su calidad de vida.
Fue un par de días después, que mi amiga de Concepción, Andrea Bello, me dice que confiemos en la Cannabis medicinal. La verdad no lo pensamos dos veces y el 21 de marzo nos reunimos con Ana María Gazmuri, quien nos abrió las puertas de su casa. Con ella pudimos aclarar nuestras dudas. Después de eso apareció un angelito y ese mismo día comenzamos con Cannabis. Con el tiempo, hemos leído sobre el tema “Cannabis en tumores cerebrales”, me comuniqué vía correo electrónico con uno de los científicos españoles que hicieron los estudios del THC.
Llevamos cuatro meses con Cannabis y pasamos de tener un niño que se sentía como si algo le molestara, que se pegaba mucho, que dormía en el colegio o mañoseaba la mayor parte de la jornada, a tener un niño que se conecta con su alrededor, que todos los días la tía en el colegio me dice que se porta excelente, que participa en todas sus clases muy motivado. Por primera vez sentí que él me reconoció al oír mi voz, un niño que por primera vez se voltea cuando alguien dice su nombre, un niño que quiere pasar más tiempo en la calle paseando que estando en el departamento, un niño que por primera vez está moviendo con intención su brazo derecho que casi no tenía movilidad. Cristóbal hoy mantiene muy bien su postura al sentarse. Cuando le hablo, aparte de voltearse y mirar hacia donde estoy, comienza a emitir ruidos como si me estuviera conversando, ruidos que muchas veces han terminado en un hermoso “MÁ”.
La Cannabis medicinal para nosotros ha sido un despertar en nuestro hijo, y si bien, no sabemos por el momento como han avanzado sus tumores cerebrales, estamos felices de verlo feliz, logrando hacer cosas que antes eran impensadas.
Fuente: Fundación Daya