Experimentar dolor es la forma más simple de saber que algo no va bien en nuestro cuerpo. Sin embargo, no siempre se trata de una enfermedad fácil de diagnosticar o tratar, sobre todo los dolores crónicos.
En los últimos años, el cannabis ha acaparado muchos titulares como tratamiento potencial para dolores crónicos asociados a una gran diversidad de enfermedades.
Algunos pacientes lo utilizan para tratar los dolores crónicos asociados con la inflamación provocada por la artritis, otros lo consumen para aliviar los dolores musculares de la fibromialgia o incluso dolores neuropáticos causados por la distrofia muscular.
¿QUÉ ES EL DOLOR Y CÓMO NOS AFECTA?
Aunque el dolor parezca un concepto sencillo, las formas en que los profesionales médicos lo diagnostican y cómo lo experimentamos son en realidad bastante complejas.
En su forma más simple, el dolor es la manera que el cuerpo utiliza para indicarnos que algo no va bien. El dolor se suele describir como agudo o crónico, que se pueden definir así:
Dolor agudo: claro e inmediato. Un dolor agudo moderado puede durar sólo unos segundos, mientras algunos dolores agudos graves pueden experimentarse durante semanas o meses. El dolor agudo no suele durar más de seis meses y desaparece cuando la causa subyacente del dolor ha sido tratada.
Dolor crónico: persistente incluso tras haber tratado la enfermedad o problema de salud, y puede durar semanas, meses y hasta años. Puede originarse en una lesión o infección no tratada y persistir sin existir daños en ninguna región concreta del cuerpo. El cannabis se suele utilizar para tratar dolores crónicos.
Las señales de dolor se transmiten al cerebro de 3 formas diferentes.
Los dolores somáticos, normalmente experimentados como un sufrimiento persistente y ligero en una zona lesionada, viajan al cerebro a través de los nervios periféricos situados a lo largo del cuerpo. Un ejemplo de dolor somático podría ser el que sufres durante un breve período de tiempo tras haberte golpeado en una rodilla o un codo.
El dolor visceral, por otra parte, es un tipo de dolor causado por enfermedades o daños en un órgano interno.
Las señales de dolor visceral se suelen transmitir al cerebro mediante receptores específicos del cuerpo y pueden hacer creer al paciente que el dolor está situado en una parte del cuerpo diferente al de su verdadero origen (conocido como dolor referido).
Por último, el dolor neuropático se experimenta principalmente como una sensación de quemazón que puede presentarse incluso tras un ligero roce. Su causa es el daño nervioso y lo suelen sufrir pacientes de SIDA y cáncer.
El dolor neuropático no puede tratarse con calmantes narcóticos (como la codeína o la metadona), pero puede responder a tratamientos con antidepresivos o anticonvulsivos.
EL DOLOR CRÓNICO EN CHILE
En marco de la celebración del Día Mundial contra el Dolor, el estudio de la Asociación Chilena para el Estudio del Dolor (ACHED), indicó que este tipo de dolor crónico no oncológico alcanza a un 32% de la población (6 millones aproximadamente) en nuestro país y que este malestar constituye una de las preguntas más frecuentes en la atención primaria nacional. Uno de los casos más típicos dentro del dolor crónico es la Lumbalgia crónica, que se presenta como la primera causa de perdida de días laborales en trabajadores menores de 45 años. Esto representa un costo altísimo en el sistema de salud con una pérdida de por lo menos 550 mil millones de pesos cada año. Además, de que afecta directamente a una edad vital en el mundo laboral. Según el estudio de la ACHED el 39,5% de los trabajadores refieren dolor crónico, al igual que casi un 20% de los estudiantes y un 35% de las dueñas de casa.EL PROBLEMA DE LOS MEDICAMENTOS CONVENCIONALES PARA EL DOLOR
Según el Instituto Nacional de Salud de los EE.UU., aproximadamente 50 millones de norteamericanos sufren de dolores crónicos o severos. Es una cifra superior al número de personas que sufren diabetes y enfermedades del corazón en total (21 y 28 millones, respectivamente).
La forma más habitual de controlar el dolor con la que la mayoría de nosotros estamos más familiarizados consiste en la administración de medicamentos antiinflamatorios no esteroideos como el ibuprofeno o la aspirina. El dolor crónico o agudo también se suele tratar a menudo con opioides de receta como la codeína o la morfina.
Los opioides de prescripción se están convirtiendo rápidamente en una de las formas de tratamiento más habituales tanto para dolores agudos como crónicos.
En 2012, los servicios sanitarios expidieron más de 259 millones de recetas para medicamentos opiáceos para el dolor. Eso es suficiente para que cada americano adulto se tome un bote de estas pastillas.
Sin embargo, a pesar de su generalización, tratar el dolor puede ser extremadamente complicado, y muchas de las medicaciones utilizadas actualmente para el control del dolor tienen diversas limitaciones.
El ibuprofeno y la aspirina son válidos para tratar casos aislados de dolores agudos, como dolores de cabeza, por ejemplo. Sin embargo, apenas ofrecen alivio para pacientes crónicos.
Los calmantes opiáceos también son eficaces para calmar dolores moderados o severos pero no son lo mejor para pacientes crónicos.
“Por desgracia, los pacientes generan rápidamente una tolerancia a los opioides, que reduce significativamente su eficacia para terapias crónicas. Esto, sumado a su naturaleza adictiva, el potencial de abuso y sobredosis y sus efectos secundarios, como el estreñimiento, hace que los opioides sean una opción poco indicada para tratar dolores crónicos. Es fundamental que encontremos otras alternativas”, dice el profesor Caudle.
La adicción y la tolerancia son dos de los problemas más preocupantes acerca de los tratamientos opiáceos para el dolor.
El número de muertes relacionadas con sobredosis por calmantes opiáceos de prescripción se han triplicado en los últimos años.
¿CÓMO FUNCIONA EL CANNABIS PARA TRATAR DOLORES CRÓNICOS?
La marihuana medicinal, ya sea fumada, vaporizada o ingerida, está mostrando un gran potencial para el tratamiento del dolor crónico, ya que permite al paciente evitar muchos de los problemas asociados a los medicamentos opiáceos.
Los principales cannabinoides con efectos calmantes son el THC y el CBD. Cuando consumimos cannabis, estos cannabinoides activan varios receptores a lo largo del cuerpo y el cerebro.
Estos receptores, conocidos como CB1 y CB2 (descubiertos en 1988 y 1993 respectivamente), forman parte del sistema endocannabinoide humano. Otros mamíferos también presentan este sistema, que juega un papel importante en la regulación de varios procesos fisiológicos, como el apetito y el estado de ánimo, entre otros.
Un estudio de 1997, publicado en la Revista Europea de Farmacología, mostraba que el sistema endocannabinoide interviene en el control del dolor.
Desde entonces, nuevos estudios sugieren que el cannabis puede ofrecer un alivio eficaz de dolores crónicos, mientras se evitan los problemas de tolerancia y adicción generados por los opioides.
Más recientemente, un estudio de 2016 de la Revista Clínica del Dolor descubrió que la marihuana medicinal mejoraba las reacciones dolorosas y funcionales en más de 270 pacientes crónicos. El resultado sugiere que el cannabis puede ofrecer ventajas a largo plazo para los tratamientos de los dolores crónicos.
Un informe de 2012, publicado en la Revista de Drogas Psicoactivas, descubrió que cuando se consumen junto con opioides, los cannabinoides producen un mayor alivio en los pacientes, que finalmente les permite disminuir su consumo de medicamentos opiáceos.
El informe también señala que los cannabinoides pueden ayudar tanto a evitar la tolerancia a los opioides e incluso restaurar sus efectos calmantes una vez el paciente ya ha desarrollado tolerancia a las dosis iniciales.
Otro estudio publicado en la Revista de la Asociación Médica Canadiense en 2010 obligaba a adultos con dolores neuropáticos post-traumáticos o post-operatorios a fumar dosis de 25mg de cannabis con diferentes niveles de THC (0%, 2.5%, 6% y 9.4%) mediante una pipa, tres veces al día durante cinco días, seguido de un periodo de nueve días de abstinencia.
A los participantes se les pedía que valorasen la intensidad de sus dolores utilizando una escala numérica, y los investigadores también analizaron los efectos de cada potencia de THC sobre el estado de ánimo, el sueño y la calidad de vida.
El estudio descubrió que inhalar 25mg de cannabis con un 9,4% de tetrahidrocannabinol tres veces al día durante cinco días reducía la intensidad del dolor, mejoraba el sueño y era bien tolerado por los participantes.
Como siempre, la mayoría de estos estudios tienen limitaciones y todavía es necesario seguir investigando para llegar a comprender perfectamente cómo los cannabinoides de la marihuana terapéutica pueden ayudar a controlar los dolores crónicos.
Sin embargo, los estudios mencionados anteriormente, entre muchos otros, muestran resultados prometedores sobre el potencial del cannabis medicinal para sustituir a los opioides en el tratamiento del dolor y/o contribuir a minimizar sus graves efectos secundarios.
Además del THC y el CBD, el cannabis contiene una serie de cannabinoides y terpenos que pueden ayudar a aliviar el dolor.
El cannabicromeno, o CBC, por ejemplo, es el segundo compuesto más abundante en el cannabis, y ha demostrado tener importantes propiedades antiinflamatorias, que también podrían ayudar a tratar dolores inflamatorios en enfermedades como la artritis.
El CBN, o cannabinol, es otro cannabinoide que tiene potentes efectos sedantes y que podría aliviar el dolor resistente a los tratamientos convencionales en enfermedades como la fibromialgia.
Los terpenos como el beta-mirceno, alfa-pineno y beta-cariofileno, también han mostrado poseer cualidades analgésicas y antiinflamatorias, que también podrían apoyar el potencial del cannabis para tratar dolores crónicos.
EL PROBLEMA DE LA MEDICINA CANNÁBICA
Por desgracia, el cannabis cultivado tanto legal como ilegalmente (para los mercados recreativos y medicinales) suele ser rico sólo en THC y CBD. Y aunque hay multitud de evidencias que demuestran la eficacia de estos cannabinoides a nivel terapéutico, es importante tener en cuenta que también producen ciertos efectos secundarios.
El THC, por ejemplo, es un compuesto psicoactivo que induce el “colocón” que experimentamos al consumir marihuana. Dosis elevadas de CBD y THC también pueden causar náuseas o fatiga, entre otros efectos. Esto es un problema, especialmente cuando se suele considerar que la marihuana medicinal combate algunos de estos síntomas.
La explicación científica de estas discrepancias no está clara. Podría deberse a las limitaciones de los estudios acerca del cannabis o que éstos hayan sido llevados a cabo incorrectamente, aunque quizás podría explicarse por algo tan simple como las diferencias de nuestros organismos (que por tanto, reaccionan de forma diferente a la droga) o incluso por la dosificación.
En cualquier caso, estas discrepancias ponen de manifiesto que todavía no comprendemos el cannabis suficientemente bien y que se necesita seguir investigando para entender esta planta por completo, cómo afecta a nuestros cuerpos y cómo podemos transformarla en una medicina poderosa y fiable. Sin embargo hoy en día hay geles y aceites libres de THC, que están aprobadas por el Instituto de Salud Pública de Chile que son eficientes para dolores somáticos u otros, pero no para casos de dolores muy intensos. Como por ejemplo el Arthrocann, Arthrocann efecto calor y Cannol aceite de cañamo.
Fuente: Canal 13 y Cannabis.info